"Procura que el niño que no fuiste no se avergüence nunca del adulto que eres". (Proverbio Árabe).
Una vez, una gran amiga, me dijo que todos seríamos más felices si nos dejáramos guiar por el corazón: " El amor es la solución a todos los problemas, créeme". Una frase que por muchos años que pasen, sigue retumbando en mi cabeza. Ella es una de aquellas personas que aman la vida sin condiciones, que se enamoran de los pequeños detalles y viven con una sonrisa dibujada en la cara.Disfruta cada rayo de sol, cada mirada,cada gesto,cada palabra...Cuando pienso en ella, su recuerdo me calma y al mismo tiempo me estremece. Río,lloro, se me dispara el corazón y el estómago se me encoge.
Entonces comprendo que aquellas palabras nunca me dejaron, más bien estuvieron divagando por todo mi ser en busca de respuestas.
Ahora, recordando su esencia, intento abrir la puerta que libere mis sueños, pero la prisa me enreda cual Alicia persiguiendo al conejo blanco. Es entonces, cuando centenares de recuerdos se entrelazan en mi mente formando constelaciones casi imposibles: tazas de té que curan heridas;castillos de arena abandonados al llegar al otoño;noches largas en vilo y cortas en reposo; imágenes de rincones secretos de ciudades a las que volver; mentes que obtienen placer en otras mentes; o bien destellos de la paleta impresionista, que pincelada tras pincelada, siguen dando forma al cuadro de mi vida aún por terminar, unas veces emborronado por los grisáceos aires de la ciudad y otras contagiado por un curioso andar quijotesco...Pero,bajo cualquier circunstancia, y manteniendo la esencia del garabato inicial, aunque tembloroso y cargado de optimismo,persiguiendo siempre un claro objetivo: SER MAESTRA.
Ni futbolista ni astronauta, ni médico ni abogado. Ni policía ni bombera. Ni mucho menos princesa de fresa a la espera de un Ken plastificado. Sino maestra que viva en unas eternas vacaciones, disfrutando del calor de las sonrisas de sus alumnos y alumnas nadando entre relatos de sirenas y monstruos de tres cabezas, contadas por ojitos brillantes y entusiastas. Maestra que abrace cada peldaño subido, cada nueva palabra aprendida, cada rincón descubierto, cada razonamiento aportado. Maestra que nunca deje de sorprenderse por nada ni nadie. Que escuche y observe aquello que se esconde tras los gestos,miradas,palabras, risas,enfados...Un diccionario entero para cada uno, un horizonte lleno de posibilidades. Esa quiero ser yo. Una maestra exploradora que descubra el universo entero junto a sus alumnos. Que comparta todos los momentos de sus grandes vidas.
Que los acompañe sin imponer y que respete, por encima de todo, sus libertades. Porque no hay nada más gratificante que facilitar las circunstancias para que los niños y niñas puedan crecer siendo quienes ya son.
Poquito a poco van rellenando el lienzo que aún queda por cubrir. Y es que las obras maestras construyen al largo de toda una vida.
Porque siempre habrá nuevos pinceles con los que pintar,nuevos colores que descubrir, nuevas técnicas que aprender...Nadie dijo que la vida del pintor fuera fácil, pero un tal Picasso aseguró que todos los niños nacen artistas, lo difícil es seguir siéndolo cuando crecemos.
Laia Rodríguez
Graduada en Educación Infantil y estudiante de Grado de Educación Primaria.